¿Qué hace falta para santificar el sábado?
Homilía - 3er Domingo de Cuaresma - ciclo B
Éxodo 20:1-17
1 Cor 1:22-25
Juan 2:13-25
"El regalo del domingo: Alimenta tu luz"
Lo sepas o no, este es nuestro tema para las temporadas de Cuaresma y Pascua. "El regalo del domingo" es también una iniciativa de todo el año establecida por el Arzobispo.
En nuestra primera lectura de hoy hemos escuchado los Diez Mandamientos del libro del Éxodo. Los tres primeros mandamientos, como ya sabes, se refieren a nuestra relación directa con Dios. Los demás se refieren a nuestras relaciones con los demás.
Quizás el eje que conecta el primero de los otros es el tercer mandamiento. - "Acuérdate de santificar el día de reposo. Seis días puedes trabajar y hacer toda tu obra, pero el séptimo día es el sábado del Señor, tu Dios". Es el eje porque nos conecta con Dios y con nuestra comunidad y, si lo hacemos bien, alimentará nuestra luz y repercutirá positivamente en las relaciones a nuestro alrededor durante la semana.
Leemos en el primer capítulo del Génesis que Dios creó en seis días y descansó en el séptimo. En esta creencia hemos basado nuestro calendario de siete días. El día del Señor ocupa un lugar privilegiado en nuestra semana, ya que conmemoramos lo que Dios ha hecho por amor a nosotros. Él creó todo lo que es bueno y nos lo ha dado para que lo cuidemos, lo cuidemos y se lo devolvamos a Dios como parte de esta creación dada con amor y como buenos administradores.
Ahora bien, las leyes se crean por una razón. Se crean para decirnos cómo DEBEMOS vivir en nuestras relaciones - en este caso con Dios y con los demás. Ama a Dios (tres primeros mandamientos) ama al prójimo (4-10 mandamientos) como a ti mismo.
Alimenta tu luz. El domingo, el sábado, está destinado a alimentar nuestra luz, a restaurar y rejuvenecer nuestro propio "espíritu santo" para llevar esa luz/ese espíritu al mundo -o al menos a nuestra parte del mundo-, para llevar esa luz a cualquier rincón donde se necesite, para compartir esa luz del amor de Dios que se nos ha dado en nuestro bautismo para alimentar y compartir.
Este descanso sabático es precisamente para este propósito y puede hacerse de muchas maneras.
En su día, hace 40-50 años (y, sí, puedo recordar tanto), podría haber sido más fácil. La mayoría de los negocios estaban cerrados (a veces incluso era difícil encontrar una gasolinera abierta), lo único que se veía en los 3 o 4 canales de televisión era la iglesia, los bolos o los bailes de polca (y por la tarde había deportes profesionales, que era el único día de la semana que se emitían), los deportes juveniles no existían los domingos y los videojuegos aún no se habían inventado. Más adelante en mi vida conseguimos cable y un sistema Atari, pero el día seguía siendo un día para el almuerzo familiar, para pasar el rato en la casa con la familia y para las actividades de la Iglesia.
Hoy en día, es muy diferente, pero eso no significa que este día no pueda ser sagrado.
La idea es muy sencilla: hacer que este día sea sagrado y diferente del resto, y que sea especial. Puede que pienses que algunas de mis sugerencias son una locura, pero la idea sigue siendo la misma: tener una mentalidad diferente para el Día del Señor, de modo que el descanso y las relaciones alimenten tu luz para la semana que tienes por delante y para que Dios ocupe el centro al menos durante una parte del día.
Si hay que hacer deporte, vayan en familia y asegúrense de que haya tiempo para la misa. Encuentre un momento para ir en familia (hay horarios desde el sábado por la tarde hasta el domingo por la noche todos los fines de semana en toda la arquidiócesis e incluso aquí mismo en Waukesha).
Intenta no caer en la comodidad casual de nuestro mundo comercial. Consigue las cosas que necesitas antes de ese día o prescinde de ellas (si es posible). (A menudo paso por Kwik Trip de camino a casa desde la misa y pienso: "Vaya, me gustaría una pizza" o "necesito leche para los cereales o quizá huevos". Pero son cosas que puedo posponer. No las necesito. Pueden esperar. Y así lo hacen).
¿Vas al cine? ¿Qué tal si te sientas con la familia/tu Iglesia Doméstica y veis una película juntos en el sofá con unas palomitas de maíz caseras para microondas o la mencionada pizza (que comprasteis el día anterior)? O sacar unos juegos de mesa o de cartas, o ir a un picnic al parque, o jugar juntos en el patio. Hay muchas opciones.
Cuando vengáis a la Misa, llevad lo mejor de vosotros mismos, tanto por dentro como por fuera, y preparaos para lo que vais a vivir. Si lo hacéis, viviréis la Misa de una manera más profunda (consultad las lecturas, preparad mentalmente vuestra ofrenda a Dios, llegad temprano para poder aclimataros a la experiencia en la que vais a participar)
No olvides tu Iglesia Doméstica. Planea nutrir tu Iglesia Doméstica en este día. (Iglesia doméstica - tu núcleo fundamental; aquellas personas que podría decirse que están en tu casa o son tu base espiritual) Pasa tiempo con ellos, habla de lo que has oído o experimentado en la misa, conócete, diviértete.
¿Es todo esto demasiado pedir? Por todo lo que Dios nos ha dado, ¿no podemos devolverlo? ¿No podemos tomarnos el tiempo para reconocer los dones que Dios nos ha dado, tomarnos el tiempo para alimentar estos dones, y devolverlos a Dios con creces? O, al menos, ¿no podemos hacer de la asistencia a la misa una prioridad en algún momento del sábado? (1 hora en misa = 1,68% de una semana de horas)
Se ha dicho que "si no acertamos con el domingo nunca acertaremos con el lunes".
Seamos más intencionados a la hora de santificar el sábado (y animemos a los demás a hacer lo mismo) y a la hora de reconocer el regalo del domingo y alimentar nuestra luz para el resto de la semana